18 nov 2004

Dedicado a los que hicieron la mili

Ha sonado el clarín y el soldado, quieto en la historia, pisa firme
el suelo. Su uniforme pensado y escrito en el color pardo de la
tierra, le asemeja a todos, los otros soldados, enemigos potenciales
en la paz y reales en la guerra. La mañana le ha puesto el uniforme
y le ha colgado el fusil al hombro mientras se van los últimos
vestigios del sueño. Su identidad de hombre distinto a los otros
hombres se ha visto sacrificada por el anonimato de héroe. Su
historia ya no comienza en el dia del nacimiento, se pierde en el
tiempo entre guerras perdidas, guerras ganadas y guerras empatadas
al son de músicas marciales y de himnos patrios. Pero él no lo sabe,
lo sabe su uniforme, su gesto marcial y la orden de firme. Detrás
del gesto inexpresivo como mandan las ordenanzas, otras historias,
que no las de la guerra, pueden mandar sonrisas y llantos hacia
dentro, corazón abajo, entrañas abajo, porque todos son uno y deben
parecerlo.

Así, en formación, la batalla puede estar a punto de comenzar o la
guerra ya ha terminado, el soldado no se inicia en la guerra ni se
muere en la paz, está ahí, tan perenne como el país que defiende o
la bandera que porta en el asta de leño duro como los rasgos de su
cara. Vistos así, no son uno, son ejército, son todos los valores de
un pueblo representados en las bayonetas que apuntan al cielo en
señal de vigilia constante.

Los niños, a los únicos que les gusta jugar a los soldados, abren un
poco más los ojos cuando en el cambio de guardia ven un solo hombre
en diez, quince o veinte formar, presentar armas y desfilar con paso
duro y ruído de botas. Los mayores les cuentan historias de otros
hombres que hicieron patria y murieron. Para ellos, sus héroes están
ahí, debajo del casco, dentro del uniforme color pardo de tierra.

Y el héroe, que no sabe que es héroe, que sólo conoce su propia
identidad de hombre soldado, rompe la marcialidad de todos los
ejércitos que están en paz o en guerra, con un bostezo profundo y
largo mientras el resto de su cuerpo continúa firme, ajeno a la
pequeña traición de un pueblo...Y es que, a lo mejor, los héroes
están cansados.

(este texto busca a su autor)

7 comentarios:

manuel_h dijo...

gracias por la dedicatoria!

a lo mejor un día se acaban los soldados, pero para eso habría que resetear el mundo y creo que no hay nadie capaz.

besos

thirthe dijo...

Era algo que quería poner un día de estos y nada más ver tu entrada fue la disculpa perfecta. Y desde luego que va con todos mis buenos sentimientos a los que hicísteis la mili en aquellas circunstancias. Sin saber por donde iban a tirar las cosas.

Besos.

Cati dijo...

buenos dias,un besote.

thirthe dijo...

Mad, una verdadera putada que le jodió la vida a muchos. Y este texto lo escribió precisamente uno de ellos. Nunca supe si era realmente de él o de otro y ahora es un poco tarde para preguntárselo.

Muchos besos, Magda, Camomila, Mad...

Besos

siloam dijo...

no hace tanto que desapareció, yo recuerdo a muchos objetores; los relatos de mili me parecen siniestros, es una situación triste y a veces jocosa, de escarnio.
hug

Anónimo dijo...

Queridiña: Gracias por tus cariñosos recuerdos...
Siempre pensé que la mili obligatoria era una soberbia putada, como dice Mad, y que eran unos años perdidos para muchos hombres, de humillación, despersonificación y anulación...y siempre estuve al lado de los objetores.
Me alegra que haya desaparecido...
Te quiero,Marmi.

thirthe dijo...

Marmi, me extrañaba tu silencio, pensé que te habías ido de vacaciones hasta que me di una vuelta por tu patio de atrás, qué bueno que estás bien otra vez.

Yo también me declararo objetora o insumisa. No sé cual sería la mejor solución porque no me gusta ningún tipo de ejército, pero este ejército profesional tampoco creo que sea la idónea. Una parte de la sociedad, la más egoísta, ya no siente como suyos los estados de guerra siempre y cuando estén lejos de su casa. Como los que van a morir son otros, y les pagan por ello...

Siloam, Muralla, besos pacifistas para las dos.