Entre esas imágenes que siembran de angustia el sueño hay una que me asalta (raras veces, es cierto), y es que me veo sobre un mar oscuro, luchando por nadar, sin que mis brazos logren hundirse en el agua, con todo el cuerpo como sostenido por una lámina invisible que se adapta a mis movimientos y, sin embargo, me impide penetrar el agua y avanzar.
Entonces, en cuanto tengo ocasión, me meto entre las algas, para sentir ese abrazo gelatinoso con que me acoge el mar y que me permite nadar libremente.
3 comentarios:
Me gustaba más la instantánea n. 1, del verano. Será que prefiero las sandalias a las algas, la memoria a los sueños.
Siii, es mío, lo bueno y lo malo. Seguiré atento a tu ejercicio.
¡te parecerá bonito!! sacándome los colores en mi blog!!
por cierto, qué se hizo de tu bitácora de barrapunto?
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