...La retórica de los dirigentes políticos de hoy no está al servicio de la construcción ni de la conservación. Su objetivo es desmantelar. Desmantelar la herencia social, económica y ética del pasado y, especialmente, todos los mecanismos, asociaciones y normas que expresan solidaridad.
El Fin de la Historia, que es el lema empresarial de la globalización, no es una profecia, sino una orden de borrar el pasado y su herencia en todas partes.El mercado necesita que cada consumidor y cada empleado esté abrumadoramente solo en el presente.
Ningún electorado está preparado todavía para aceptar ese desmantelamiento. Y por un motivo muy sencillo. El acto de votar, sea en una elección libre o manipulada, es una forma de aunar recuerdos en apoyo de una propuesta de programa para el futuro. Nos encontramos aquí con la profunda contradicción entre la tirania del mercado mundial y la democracia, entre la llamada libertad de consumo y los derechos del ciudadano.
Por consiguiente, el proceso de desmantelamiento tiene que llevarse a cabo de forma disimulada y oculta. Y ésa es la primera tarea política del líder político actual. Por supuesto, también se está desmantelando su propio papel. Pero ellos ya han decidio ejercer, disfrutar y explotar sus poderes, aunque sea disminuidos, en vez de hacer frente a ninguna verdad universal. Eso es lo que explica su pragmatismo y su asombrosa falta de realismo...Ellos se dedican a mentir mientras los tratos se cierran en otro sitio....
Esto decía John Berger, en el artículo de opinión de ayer en el País,a propósito de la actitud de Chirac - el gran comediante - ante las protestas que están sucediendo en Francia. Y yo pienso en los políticos de aquí. Y me fijo en esos que ahora se muestran como hidras porque se les ha caido la máscara del disimulo. La de tratos que habrán quedado sin cerrar...
a pesar de todo, nosotros no podemos renunciar a la política. De la que ellos se aprovechan. Y maltratan y destrozan.