5 abr 2005
Desde las Pléyades
(luzestelar.com)
Miro mis manos y no sirven para lucir ni anillos ni pulseras. Son grandes, con las uñas recortadas sin manicura especial, y, como no suelo usar guantes para los trabajos de casa, ni de jardinería, porque me gusta pisar la tierra y hundirlas en ella, aparentan descuidadas. Las vuelvo a mirar, desnudas, y me gustan así. Como la cara de Camila Parker Bowles antes de convertirse en novia oficial del príncipe de Gales. Además, arrastro una mania, cuando me siento para comer, quito inconscientemente el reloj y lo pongo al lado de la servilleta. Junto con las gafas (si es que no las he dejado olvidadas en otra parte). Y si alguna sortija aprisionase mi dedo, allí se dispondría a modo de cubierto también.
Sirva esto para decir que la comunidad del anillo puede contar con el que me corresponde como miembro.
Y, una vez descolgada de los anillos de Saturno, he decidido retrasar mi vuelta a casa para perderme por un tiempo en el universo profundo.
A contar estrellas desde cerca.
(Y qué evento sucede en Roma??)